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lunes, 10 de septiembre de 2018

Purinas vegetales contra animales para prevenir la Gota.


Hace más de 2000 años, “Hipócrates describió la gota como una enfermedad de reyes principalmente porque eran los adinerados los que podían permitirse alimentos suntuosos que al parecer precipitaban los ataques de gota”. Ahora todos podemos alimentarnos como reyes y desarrollar las enfermedades de la “realeza” nosotros mismos.

    
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Se pueden prevenir los ataques de gota con la dieta. La gota es causada por cristales afiladísimos de ácido úrico en nuestras articulaciones. El ácido úrico proviene de la descomposición de las purinas, que son el producto de la descomposición de material genético, el ADN, el fundamento de toda la vida. Así que “no existe una dieta libre de purinas, pero los alimentos sí varían en su contenido” y durante mucho tiempo se pensó que las personas que sufrían de la gota solo tenían que mantenerse alejadas de los alimentos altos en purinas, ya fueran de origen animal como los órganos (hígado, etc.) o de vegetales como los porotos, pero esta estrategia resultó ser ineficaz. Sí, todo ácido úrico proviene de la descomposición de las purinas, así que limitar la carne tiene sentido, pero esto significa limitar todos los tipos de carnes, y además los vegetales “han sido exonerados”.

 “Hace mucho que se conoce la relación de la gota con la ingesta de alcohol, así como también con el aumento del consumo de purinas a través de la dieta, pero no hubo pruebas prospectivas que lo respaldasen hasta hace poco. En el Harvard Health Professionals Follow-Up Study se les hizo un seguimiento a cerca de 50000 hombres durante doce años y la ingesta de alcohol se “vinculó claramente con un mayor riesgo de gota”. Con respecto a la comida, encontraron un “mayor riesgo de gota cuanto mayor es el consumo de carne y pescado, pero no con un mayor consumo de alimentos de origen vegetal altos en purinas”. ¿Será porque las purinas vegetales son menos biodisponibles? Aunque se ha sugerido que los que sufren de gota deben moderar su consumo de alimentos ricos en purinas de origen tanto animal como vegetal, estos “resultados sugieren que solo se trata de los alimentos de origen animal que suponen un problema”.

A pesar de que no sorprende que las carnes y mariscos estén relacionados con la incidencia de la gota, el descubrimiento de que las purinas vegetales no tienen el mismo efecto es algo nuevo. No parece haber estudios a largo plazo que demuestren que los alimentos de origen vegetal altos en purinas aumenten el riesgo de gota, aunque todavía hay directrices que continúan dando recomendaciones obsoletas.

No solo la ingesta de purinas vegetales no ha sido asociada con altos niveles de ácido úrico, sino que los vegetales que suelen estar prohibidos para quienes tienen gota (los champiñones, guisantes, frijoles, lentejas y coliflor) son en verdad los más protectores. Esto puede ser porque los alimentos ricos en fibra, ácido fólico y vitamina C parecen proteger contra la acumulación de ácido úrico y la gota. Por ejemplo, la fibra ha sido reconocida por su potencial en la absorción del ácido úrico en el intestino para su excreción.

La falta de asociación entre las purinas vegetales y el urato podría deberse a los “componentes beneficiosos que vienen con estos alimentos (como la vitamina C, la fibra dietética y algunos fitoquímicos), que puede enmascarar el efecto de la purina en el ácido úrico. La ingesta de vegetales, independientemente de su contenido en purina, puede ser protectora al aumentar la excreción de ácido úrico”.

Al cambiar el pH de nuestra orina podemos alterar la eliminación del ácido úrico. Seguir una alimentación alcalina, que en el caso de este estudio era vegetariana, se considera una “manera efectiva de eliminar el ácido úrico del cuerpo”. Aquellos que siguieron una dieta alcalina excretaron significativamente más ácido úrico que los que siguieron una dieta más ácida, cuyos niveles de ácido úrico en sangre aumentaron en tan solo unos días.

Podríamos asumir que los niveles de ácido úrico entre los vegetarianos son más bajos; y efectivamente los vegetarianos a largo plazo tenían niveles significativamente más bajos en su sangre. Para probar causa y efecto se necesita un estudio de intervención, donde se cambia la dieta de unas personas y se observa qué ocurre. Se eligió a diez personas para un estudio sobre la acumulación de ácido úrico en los riñones: los mantuvieron en una dieta occidental estándar por cinco días y midieron la sobresaturación relativa de ácido úrico. Luego, siguieron una dieta vegetariana por 5 días y disminuyeron un 93% su riesgo de cristalización de ácido úrico.

También lo puedes hacer al revés: coges a gente con gota, les das un gran plato de carne y ves si desencadena un ataque. Se internó a 7 pacientes en un hospital, ” fueron estabilizados con una dieta baja en purinas y luego se les dio una cena llena de carne”. En respuesta, los niveles de ácido úrico se dispararon y empezaron a desarrollar ataques de gota. Luego añadieron alcohol y sus niveles de ácido úrico se dispararon aún más. Resumiendo, con una sola comida fueron capaces de desencadenar ataques de gota en 6 de los 7 pacientes.

Sin embargo, algunas carnes tienen menos purinas que otras. Para quienes no son quisquillosos, los supergusanos tienen niveles particularmente bajos en purinas. Aunque no todos los alimentos de origen animal aumentan el riesgo de gota. Los productos lácteos bajos en grasa se consideran protectores. En ese caso, podríamos imaginar que los veganos estarían en desventaja, que fue de hecho lo que se encontró, aunque todos los grupos (carne, pescado, vegetarianos y veganos) estaban dentro del rango normal que es entre 3.5 y 7.

¿Deberían tomar leche quienes sufren de gota?

Pues bien, aunque beber el equivalente de 10 tazas de leche descremada parece tener un enorme efecto en la reducción de los niveles de ácido úrico, no se produjeron efectos significativos a largo plazo con 2 tazas al día. Les dieron leche en polvo descremada durante tres meses y no pareció ayudar. Aunque la leche de soja también se ha asociado a un menor riesgo de acumulación de ácido úrico, no hay estudios de intervención que lo confirmen.

La conclusión es que ahora tenemos buena evidencia sobre cómo reducir la gota “sin fármacos, simplemente modificando la dieta”. Esto es importante porque el Alopurinol, “el fármaco de preferencia”, se considera relativamente seguro pero, ¿qué significa que un fármaco sea relativamente seguro? Pues bien, “aproximadamente el 2% de los pacientes desarrollan reacciones de hipersensibilidad que pueden llegar a ser graves o incluso mortales con una tasa de mortalidad de hasta el 20%”; eso es un fármaco seguro. El otro medicamento de uso común, la colchicina, “no hace una distinción clara entre la dosis no tóxica, la tóxica y la letal”.

Fuente: Escrito por Michael Greger M.D. FACLM en Septiembre 6th, 2018


Si quieres adelgazar...¿Adelanta tus comidas?


Bastaría con adelantar las horas de desayuno y cena para comenzar a perder peso, según indican los autores de un nuevo estudio.

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Un equipo de científicos de la Universidad de Surrey (Reino Unido) ha llevado a cabo un estudio preliminar para estudiar cómo afectan las modificaciones en el horario de las comidas a la ingesta diaria de calorías y a algunos indicadores de salud como el riesgo cardiovascular o la diabetes.
Para ello, los participantes fueron divididos en dos grupos: unos adelantaron en 90 minutos sus horas de desayuno y cena, y el resto mantuvieron sus horarios. A diferencia de otros estudios similares, la novedad aquí fue que no se impuso un tipo de dieta concreta, y los voluntarios debían hacer su dieta normal. De esta forma se podía estudiar también cómo afectaban los horarios al apetito y a la ingesta de calorías.

Uno de los resultados más llamativos fue que los participantes que adelantaron sus comidas perdieron, de media, más del doble de grasa corporal que el grupo control. Aunque se trata de datos muy preliminares, los autores confían en que, si se puede replicar el ensayo en grupos más amplios, podría concluirse que, lo que ellos llaman “dieta de restricción en el tiempo” pueda tener muchos beneficios para la salud.
¿A qué se debe esta diferencia tan grande? Las personas que adelantaron sus horarios acababan comiendo menos: un 57% de los participantes indicó que había reducido su ingesta calórica, debido fundamentalmente a que llegaban a las comidas con menos apetito y a que picoteaban menos entre horas, sobre todo por las tardes.
Otra de las posibilidades, aunque es solo una hipótesis, es que el hacer un periodo de ayuno nocturno más largo haya sido otro factor que contribuya a la reducción de grasa corporal. Estudios similares ya habían explorado esta idea. Un estudio – aunque realizado con moscas y no en humanos- de la Universidad de San Diego encontró que los ayunos nocturnos de 12 horas protege el corazón frente al envejecimiento, y otro trabajo llevado a cabo en el Instituto Salk de Estudios Biológicos (California), concluía que comer siempre a la misma hora reduce el riesgo de obesidad y diabetes.


Problemas de conciliación

Ahora bien, ¿es factible un cambio tan radical en los horarios de las comidas? Más de la mitad de los participantes en el estudio confesó que le sería imposible mantener esos horarios más allá de las diez semanas que duró el ensayo, debido a que son incompatibles con su vida personal y familiar. En el caso de España, muchos grupos reivindican la necesidad de seguir un horario ‘más europeo’. Comemos y cenamos muy tarde, lo que provoca que nos acostemos más tarde, o bien que lo hagamos con la tripa llena, ambas cosas muy poco saludables.
En el caso de España, muchos grupos reivindican la necesidad de seguir un horario ‘más europeo’.
"Aunque este estudio es pequeño, nos ha proporcionado información muy valiosa sobre cómo ligeras alteraciones en nuestros horarios de comida pueden ser muy beneficiosas para el organismo. La reducción de grasa corporal limita el riesgo de desarrollar obesidad y enfermedades relacionadas, por lo que es vital para mejorar nuestra salud en general”, ha indicado Jonathan Johnston, uno de los autores. "Sin embargo, hemos comprobado que estas pautas son difíciles de seguir y no siempre son compatibles con la vida familiar y social. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que sean flexibles y favorezcan la vida real”.

Fuente: Revista Muy Interesante
El estudio ha sido publicado en la revista Journal of Nutritional Sciences.


martes, 28 de agosto de 2018

Dietas bajas en carbohidratos y altas en grasas

Los carbohidratos nos hacen engordar, ¿verdad? Este error común viene de la afirmación de que los carbohidratos son malos para nosotros porque se convierten en glucosa, provocando la liberación de insulina, lo que ayuda al cuerpo a almacenar cualquier exceso de energía en forma de grasa. Sin embargo, no solamente son los carbohidratos los que estimulan la secreción de insulina, las proteínas y la comida alta en grasas también lo hacen.1 De hecho, demasiada energía de cualquier fuente nutritiva llevará al aumento del peso.
En el transcurso de los años han existido muchas versiones de la dieta baja en carbohidratos y alta en grasas (la dieta LCHF por sus siglas en inglés), p.ej. Atkins, Dukan y la más reciente, la dieta cetogénica, pero todas tienen el mismo modelo de alimentación: una ingesta muy baja en carbohidratos (aproximadamente 20-50 g por día), alta en grasas y una ingesta moderada de proteínas.2 Las dietas normalmente implican la exclusión de granos, legumbres, productos lácteos, azúcar refinado y la mayoría de las frutas y verduras con almidón.3 Los carbohidratos en estas dietas vienen de verduras sin almidón, nueces y semillas. La dieta LCHF defiende la afirmación de que las dietas pueden ayudar a perder peso, controlar el hambre y mejorar la salud.  Algunos confirman que las dietas LCHF se pueden usar como tratamiento contra el cáncer.

¿Existe alguna ciencia que respalde estas afirmaciones?

Las investigaciones muestran que, al planificarla cuidadosamente, la dieta LCHF puede ser un tratamiento eficaz para las personas que sufren de epilepsia y puede ayudar a controlar diabetes tipo 2.4,5 También existen pruebas de que las dietas muy bajas en carbohidratos pueden resultar en mayor pérdida de peso para personas obesas en comparación con las dietas bajas en grasas6. No obstante, cualquier pérdida de peso que ocurre es probablemente el resultado de la carencia de calorías creada por la exclusión de la comida rica en energía y seguir una dieta extremadamente baja en carbohidratos podría ser para muchas personas una opción no tan práctica y sostenible a largo plazo. Además, muchos carbohidratos que se encuentran en la comida, como frutas, vegetales y granos enteros, contienen componentes importantes para la salud, entre ellas vitaminas, minerales y fibra dietética.7
Aunque el uso de la dieta cetogénica (la dieta LCHF) en el tratamiento contra el cáncer ha mostrado unos resultados prometedores, es necesario hacer una investigación más profunda para explicar mejor los efectos.8 El número limitado de los estudios y las diferencias en sus diseños y las características, que terminan dando pruebas de baja calidad, hacen muy difícil sacar una conclusión firme, basada en los hechos.8

¿Cómo encajan los carbohidratos en una dieta sana?

Los carbohidratos son un tipo de macronutrientes que se encuentran en la mayoría de los alimentos y forman una parte muy importante de nuestras dietas. Se convierten en glucosa, la que el cuerpo utiliza como una fuente de energía para mantener el funcionamiento de los músculos y órganos.7 Varios tipos de carbohidratos se diferencian por la composición química, la velocidad de digestión y la absorción:9
  • Los carbohidratos simples están compuestos por una o dos moléculas de azúcar y nuestro cuerpo los digiere y absorbe rápido. El azúcar añadido y el azúcar que se encuentra en las frutas o la leche son ejemplos de carbohidratos simples. 
  • Los carbohidratos complejos/de almidón están compuestos por una larga cadena de azúcar y toman más tiempo para digerirse. Los ejemplos de carbohidratos complejos incluyen papas, legumbres y granos enteros p.ej. arroz integral, cebada y avena.
  • La fibra dietética es el carbohidrato de origen vegetal que difiere de los carbohidratos simples o complejos porque no se digiere en el intestino delgado y, por consiguiente, llega al intestino grueso. La fibra ayuda a mantener sano nuestro sistema digestivo y prevenir el estreñimiento.
Los alimentos ricos en fibra, como frutas o verduras, pan/pasta integral, nueces y semillas10 pueden contribuir a mantener el peso puesto que pueden dar la sensación de llenura y saciedad. 11
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) recomienda una ingesta de carbohidratos de entre el 45 y 60 por ciento dentro de la ingesta de energía total, tanto para adultos como para niños12 y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que menos del 10% del consumo de carbohidratos deba provenir de los azúcares libres.13 Comer una variedad de alimentos que contengan carbohidratos otorga el máximo beneficio nutritivo.12
Las investigaciones demuestran que eliminar de manera innecesaria un grupo de alimentos de la dieta puede llevar a tener una deficiencia de nutrientes y crear una relación negativa con la comida, lo que puede causar, en casos extremos, un trastorno alimenticio.10 Es importante recordar que el equilibrio, la variedad y el control de las raciones es la clave.

Publicado 10 August 2018

References

  1. Holt, SH, et al. (1997) An insulin index of foods: the insulin demand generated by 1000-kJ portions of common foods. The American Journal of Clinical Nutrition, 66(5), 1264-76.
  2. Pediatrics. 2007 Mar;119(3):535-43. The ketogenic diet: one decade later. Freeman JM1, Kossoff EH, Hartman AL.
  3. Thom, G. & Lean, M. (2017) Is There an Optimal Diet for Weight Management and Metabolic Health? Gastroenterology, 152(7), 1739-1751.
  4. Neal, E.G., et al. (2008) The ketogenic diet for the treatment of childhood epilepsy: a randomised controlled trial. The Lancet Neurology, 7(6), 500-506.
  5. Westman, E.C, et al. (2008) The effect of a low-carbohydrate, ketogenic diet versus a low-glycemic index diet on glycemic control in type 2 diabetes mellitus. Nutrition & Metabolism, 5(36).
  6. Bueno NB, et al. (2013) Very-low-carbohydrate ketogenic diet v. low-fat diet for long-term weight loss: a meta-analysis of randomised controlled trials. British Journal of Nutrition, 110(7): 1178-87.
  7. EUFIC (2012) Carbohydrates
  8. Oliveira, C, et al. (2018) A Nutritional Perspective of Ketogenic Diet in Cancer: A Narrative Review. Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics, 118(4), 668-688.
  9. Lunn, J. & Buttriss, J.L. (2007) Carbohydrates and dietary fibre. Nutrition Bulletin, 32, 21-64.
  10. British Nutrition Foundation (BNF, 2018) Dietary Fibre
  11. EUFIC (2014) Q&A on Whole grains
  12. European Food Safety Authority (2017) Dietary Reference Values for carbohydrates and dietary fibre.
  13. The World Health Organisation (WHO, 2015) Sugars intake for adults and children.
  14. Nevin, S.M & Vartanian, L.R. (2017) The stigma of clean dieting and orthorexia nervosa. Journal of Eating Disorders, 5(37).

Fuente: Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC)
Disponible en: https://www.eufic.org/es/healthy-living/article/how-effective-is-the-low-carb-high-fat-diet

¿El ayuno intermitente nos puede ayudar a perder peso?

El ayuno intermitente representa un tipo de dieta que implica períodos de ayuno de rutina. Esto incluye el ayuno en días alternos (ADF por sus siglas en inglés), donde las personas que siguen la dieta generalmente tienen un “día de ayuno”, donde la ingesta de energía está severamente reducida (o ninguna), con un “día festivo”, donde se consumen alimentos sin restricción calórica. Otro ejemplo popular son las dietas 5:2, que permite cinco días de alimentación sin restricción calórica y dos “días de ayuno” consecutivos o no consecutivos, y la dieta 16:8, que restringe la ingesta de alimentos a un solo período de 8 horas cada día.1
La investigación muestra que el ayuno intermitente puede ser una estrategia eficaz para perder peso.1 Sin embargo, estos efectos se deben probablemente a un déficit calórico general, como resultado de una ingesta de energía más baja durante la semana, en lugar de un resultado de períodos de ayuno.2 Un estudio comparativo de las dietas de ayuno y dietas de restricción calórica mostró que mientras el ayuno intermitente parecía eficaz para la pérdida de peso, no era superior a las dietas de restricción calórica. 1 Además, dependiendo de su edad, salud y estilo de vida, el ayuno, salvo si es adecuadamente gestionado, podría tener efectos secundarios negativos. Por ejemplo, puede llevar a una falta de concentración, bajo estado de ánimo y cansancio debido a la ingesta de energía insuficiente durante algunos días.2 La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de energía (calorías) sea equilibrada con el gasto de energía para permitirnos mantener un estilo de vida activo y saludable.3

¿Vale la pena la espera?

Aunque es poco probable que el ayuno intermitente sea sostenible para la mayoría de nosotros a largo plazo, si el ayuno se adapta periódicamente a su estilo de vida, entonces podría ser una estrategia eficaz para controlar el peso. Sin embargo, debería planificarse cuidadosamente para satisfacer todas las necesidades nutricionales establecidas en las pautas dietéticas actuales. Si está pensando en ayunar, asegúrese de hacerlo de una manera saludable y segura siguiendo las pautas dietéticas actuales y pidiendo consejos de un profesional adecuadamente cualificado, como un dietista registrado, antes de empezar.

Publicado 10 August 2018

References

  1. Headland, M., et al. (2016). Weight-Loss Outcomes: A Systematic Review and Meta-Analysis of Intermittent Energy Restriction Trials Lasting a Minimum of 6 Months. Nutrients, 8(6), 354.
  2. The British Dietetic Association (BDA, 2016) Top 5 worst celeb diets to avoid in 2017
  3. The World Health Organisation (WHO, 2015) Healthy diet
Fuente: Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC)
Dispobible en: https://www.eufic.org/es/healthy-living/article/can-intermittent-fasting-help-you-lose-weight

lunes, 20 de agosto de 2018

Los pesticidas pueden aumentar el riesgo de autismo


Encuentran una asociación entre los niveles de pesticidas en la sangre de la madre y el riesgo de autismo en sus bebés.

pesticidas-autismo

El autismo es un trastorno del desarrollo que afecta aproximadamente a 1 de cada 160 niños, según la Organización Mundial de la Salud, y sus síntomas suelen comenzar en la infancia y continuar hasta la adolescencia y la edad adulta.
Exactamente qué causa el autismo y cómo se desarrolla es algo que sigue en debate, pero es ampliamente reconocido que es probable que haya interacción entre los factores ambientales y genéticos.
Recientemente, científicos de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York (EE. UU.) unieron fuerzas con investigadores de la Universidad de Turku y del Instituto Nacional de Salud y Bienestar, ambos en Finlandia para investigar si podría haber vínculos entre la exposición a los pesticidas y el riesgo de autismo. En particular, estaban interesados en el diclorodifeniltricloroetano (DDT).

¿Qué es el DDT?

Sintetizado inicialmente en 1874, el DDT mata una amplia gama de vectores de enfermedades y fue utilizado durante la Segunda Guerra Mundial para controlar el tifus y la malaria en Europa y el Pacífico Sur. Es un plaguicida tan eficaz que el tifus casi se erradicó en algunas partes de Europa. Para 1945, se usaba ampliamente tanto en casas particulares como en negocios agrícolas.
Aunque se plantearon preocupaciones de seguridad legítimas y efectivas, el DDT fue finalmente prohibido en muchos países.
Sin embargo, el solo hecho de detener el uso de DDT no eliminó el químico. El DDT es un contaminante orgánico persistente, lo que significa que se descompone lentamente durante décadas y entra fácilmente en la cadena alimentaria. Con el tiempo, esta sustancia química se acumula en el organismo, especialmente en el tejido adiposo.
Aunque todavía no se ha confirmado el impacto exacto de la exposición prolongada al DDT en la salud humana, se cree que es un disruptor endocrino y un posible carcinógeno.
Debido a que la exposición a corto plazo al plaguicida se considera relativamente segura, todavía se usa para controlar los mosquitos y otras plagas en áreas con tasas particularmente altas de malaria, como ciertas partes del África subsahariana.
En los EE. UU., por ejemplo, el DDT fue prohibido en 1972
De manera preocupante, el DDT puede atravesar la placenta. Así que, si una mujer ya transporta parte del pesticida, puede afectar a su bebé nonato.
Para saber si el DDT está relacionado de alguna manera con el desarrollo del autismo en algunas personas, utilizaron datos del Estudio Prenatal Finés del Autismo. Los científicos analizaron muestras de suero de más de 750 niños con autismo y una gran cantidad de sujetos de control sanos.

El enlace DDT-autismo

El equipo midió los niveles de p, p'-dicloro difenil dicloroetileno (DDE), un producto de degradación del DDT. Descubrieron que el riesgo de que un niño desarrollara autismo era un tercio más alto si su madre tenía niveles elevados de DDE en la sangre.
De manera similar, el riesgo de que un niño tenga autismo con discapacidad intelectual se duplicó con creces cuando los niveles de DDE de la madre se encontraban en el percentil 75 o superior.
Los autores escriben que sus hallazgos "proporcionan la primera evidencia basada en biomarcadores de que la exposición materna a los insecticidas está asociada con el autismo en la descendencia. Estos productos químicos todavía están presentes en el medio ambiente y están en nuestra sangre y tejidos", explica Alan S. Brown, líder del trabajo.
"Nuestros hallazgos sugieren que la exposición prenatal a la toxina del DDT puede desencadenar el autismo", concluye.
Según los expertos, se trata de una asociación. Incluso después de haber eliminado los posibles factores de confusión, como la edad materna y las afecciones psiquiátricas previas, los hallazgos siguieron siendo muy significativos.

Referencia: Association of Maternal Insecticide Levels With Autism in Offspring From a National Birth Cohort Alan S. Brown, Keely Cheslack-Postava, Panu Rantakokko, Hannu Kiviranta, Susanna Hinkka-Yli-Salomäki, Ian W. McKeague, Heljä-Marja Surcel, Andre Sourander. American Journal of Psychiatry. 2018


jueves, 9 de agosto de 2018

Para bajar de peso, no hay que contar calorías

Cualquier persona que se haya puesto a dieta sabe que la receta estándar para bajar de peso consiste en la cantidad de calorías que se consumen.

Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista JAMA, podría cambiar ese consejo. La investigación reveló que quienes reducen su consumo de azúcares añadidos, granos refinados y alimentos demasiado procesados, a la vez que aumentan su consumo de verduras y alimentos no procesados, bajan mucho de peso a lo largo de todo un año, sin preocuparse por contar las calorías o limitar el tamaño de sus porciones.
La estrategia sirvió tanto para las personas que seguían dietas reducidas en grasas como para las que seguían dietas reducidas en carbohidratos. Y en su éxito no parecía influir la genética o la respuesta de sus niveles de insulina a los carbohidratos, un hallazgo que pone en duda la idea, cada vez más popular, de que las dietas se deben recomendar a las personas con base en su composición genética o en su tolerancia a los carbohidratos o grasas.
La investigación sustenta la noción de que la calidad del régimen alimenticio, no la cantidad, es lo que contribuye a que la gente baje de peso y a que lo controle con mayor facilidad a largo plazo. También sugiere que las autoridades sanitarias deberían dejar de decirle a la gente que se obsesione con cuántas calorías ingiere diario y, en cambio, alentarla a evitar el consumo de alimentos procesados que se fabrican con almidones refinados y azúcar añadida como las rosquillas, el pan blanco, la harina refinada, los bocadillos o bebidas azucaradas, según Dariush Mozaffarian, cardiólogo y decano de la Facultad Friedman de Ciencias y Políticas de la Nutrición en la Universidad Tufts.
“Es hora de que Estados Unidos y sus políticas nacionales dejen de concentrarse en las calorías y su conteo”, añadió Mozaffarian, quien no participó en el nuevo estudio.

La investigación reciente fue dirigida por Christopher D. Gardner, director de estudios nutricionales del Centro de Investigación para la Prevención de Stanford. Gardner y sus colegas diseñaron el estudio, de 600 participantes, para comparar la forma en que las personas obesas y con sobrepeso responderían al optar por una dieta baja en carbohidratos o una reducida en grasas. Pero también querían poner a prueba la hipótesis (que sugerían estudios previos) de que algunas personas muestran una mejor predisposición a reaccionar con una de las dietas dependiendo de su genética y de su capacidad para metabolizar las grasas y los carbohidratos. Una cantidad cada vez mayor de servicios han capitalizado esta idea ofreciéndole a las personas consejos personalizados de nutrición basados en sus genotipos.
Los investigadores seleccionaron adultos del área de la bahía de San Francisco y los dividieron en dos grupos llamados “saludable” reducido en carbohidratos y “saludable” reducido en grasas. Los participantes de ambos grupos tomaron clases con nutricionistas que los capacitaron para consumir alimentos con un alto valor nutricional, poco procesados y, siempre que fuera posible, cocinados en casa.
Por ejemplo, las bebidas gaseosas, el jugo de frutas, los panqués, el arroz blanco y el pan blanco son técnicamente reducidos en grasas, pero se le dijo al grupo reducido en grasas que evitara consumirlos y que comiera alimentos como arroz integral, cebada, avena, lentejas, carne magra, productos lácteos reducidos en grasa, quinoa, fruta fresca y legumbres. El grupo reducido en carbohidratos fue capacitado para elegir alimentos nutritivos como aceite de oliva, salmón, aguacate, quesos sólidos, verduras, mantequilla de frutos secos, nueces y semillas, y productos derivados de animales alimentados por medio de la pastura.
Se alentó a los participantes a cumplir con las pautas respecto de la actividad física, pero Gardner dijo que en general no incrementaron sus niveles de ejercicio. En las clases con los dietistas, la mayor parte del tiempo se habló de las estrategias conductuales y de alimentación que ayudarían con los cambios en la dieta.
El nuevo estudio se aparta de muchos de los ensayos previos de reducción de peso, pues no se restringieron en exceso los carbohidratos, las grasas o los límites calóricos. En cambio, puso énfasis en el consumo de alimentos integrales, con cantidades que fueran suficientes para evitar la sensación de hambre.

“Solo nos centramos en no establecer un número al que debían apegarse”, comentó Gardner.
Muchas personas que se ponen a dieta tienden a recuperar el peso que pierden y el estudio no puede asegurar que los participantes podrán mantener sus nuevos hábitos. En promedio, los participantes bajaron de peso considerablemente, aunque también había una variabilidad muy amplia en ambos grupos: algunos subieron de peso y otros perdieron hasta 27 kilos. Gardner afirmó que quienes bajaban más de peso reportaban que el estudio había “cambiado su relación con la comida”. Por ejemplo, ya no comían sentados en su auto ni frente a la televisión, cocinaban más en casa y se sentaban a cenar con su familia (que usualmente impide llenarse en exceso).

“En ambos grupos pusimos énfasis en que queríamos que consumieran alimentos de alta calidad”, explicó Gardner. “Les dijimos que queríamos que redujeran su consumo de azúcar añadida y de granos refinados y que comieran más verduras y alimentos no procesados. Les dijimos: ‘No compres un pastelillo reducido en grasa solo porque dice que es reducido en grasa. Y no compres las papas fritas reducidas en carbohidratos… porque siguen siendo papas fritas, y eso es engañar al sistema’”.
Gardner afirmó que muchos participantes en el estudio estaban sorprendidos y sentían alivio de que no tuvieran que restringir sus calorías o incluso pensar en ellas.
“Aún semanas después del inicio del estudio los participantes preguntaban cuándo les diríamos la cantidad de calorías que tenían que reducir”, contó. “Y al cabo de unos meses dijeron: ‘¡Gracias! En el pasado tuvimos que hacerlo muchísimas veces’”.
Durante mucho tiempo, los consejos predominantes respecto a la nutrición y a la pérdida de peso han inculcado el conteo de calorías.
No obstante, la nueva investigación descubrió que, al cabo de un año de centrarse en la calidad de los alimentos, en lugar de las calorías, los dos grupos bajaron de peso de forma considerable. En promedio, los miembros del grupo reducido en carbohidratos bajaron poco más de seis kilos, mientras que los del grupo reducido en grasas bajó aproximadamente cinco. Ambos grupos notaron mejora en otros marcadores de salud, como la disminución de su cintura, reducción de la grasa corporal, de los niveles de glucosa en sangre y de la presión arterial.
No se trata de que las calorías no sean importantes, comentó Gardner. Después de todo, al final del estudio ambos grupos terminaron consumiendo menos calorías en promedio, aunque no estaban conscientes de ello. El objetivo era que lo hicieran concentrándose en los alimentos nutritivos no procesados que satisfacían su apetito.
“Creo que nos equivocamos al pedirle a las personas que determinen cuántas calorías ingieren para luego exigirles que reduzcan ese consumo unas 500 calorías; eso hace que se sientan muy mal”, dijo. “En realidad debemos enfocarnos en la dieta base, que consiste en consumir más verduras, más alimentos no procesados, menos azúcar añadida y menos granos refinados”.

Fuente: nytimes.com

sábado, 2 de abril de 2016

Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo – 2 de abril

Tema de 2016: «El autismo y la Agenda 2030: inclusión y neurodiversidad»


El autismo y otras formas de discapacidad son parte de la experiencia humana que contribuye a la diversidad humana.
Por ello, las Naciones Unidas han hecho hincapié en la necesidad de incorporar la discapacidad en la agenda de desarrollo de la Organización.
Para incorporar la discapacidad es necesario adoptar un enfoque integral en la formulación, ejecución, seguimiento y evaluación de políticas y programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, a fin de que no se perpetúe la desigualdad.
En septiembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la nueva Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un programa ambicioso que incluye 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas que prometen que nadie se quedará atrás.
A pesar de que todos los ODS son de aplicación universal, los siguientes Objetivos hacen referencia explícita a la discapacidad y las personas con discapacidad:
4) Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos; 8) Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos; 10) Reducir la desigualdad en los países y entre ellos; 11) Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles; y 17) Fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
Las celebraciones de este año se orientarán hacia el año 2030 y se harán eco de los nuevos ODS y de las consecuencias que traerán consigo y que mejorarán la vida de las personas con autismo.
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró por unanimidad el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo (A/RES/62/139 Documento PDF) para poner de relieve la necesidad de mejorar la calidad de vida de los niños y adultos autistas para que puedan tener una vida plena y digna.
Fuente: http://www.un.org/es/events/autismday/